Esa frase estaba en los labios de un integrante del grupo de alabanza, mi primer pensamiento fue un rechazo total, sentí como un ataque directo para todos los músicos de las iglesias. También me surgieron preguntas como: ¿Entonces para qué venimos a ensayar?, ¿qué caso tiene mejorar mi técnica?, ¿Los institutos de música cristiana son una perdida de tiempo?.

Pasado el tiempo Dios me habló en su escritura. Me encontraba leyendo 1 de crónicas 22. David tenía un profundo deseo de construirle casa a Dios, un lugar donde su presencia reposara y pudiera adorarle.

Dios no le permitió construir el templo, pero le prometió que su hijo lo haría (Salomón). Entonces David hizo algo que pocos harían: trabajó, compró, organizó al pueblo y extranjeros, para una labor que él no iba a ver terminada. Hizo lo mejor, dio la milla extra, porque él entendía una verdad que parece que el día de hoy todos creen conocer pero pocos la practican y es la siguiente:

“David comprendía que el templo debía reflejar sobre la tierra algo de la majestad celestial de Dios”

-wow- Dios me estaba diciendo, la música me importa porque pueden reflejar sobre la tierra mi majestad a través de ella, pueden extender mi reino, crear ambientes y adorar. Ahora, la música importa, pero no es lo principal, por sí sola es algo muy hermoso, pero la música junto a su Espíritu Santo se convierte en algo majestuoso que puede transformar reuniones y vidas.

A Dios le importa la música, pero anhela una relación contigo. Deja que su Espíritu Santo te conquiste y la música será un canal para expresar su majestad celestial aquí en la tierra.

¿Que opinas tú?, me gustaría saber tu opinión.


1545604_10205905509670117_1975902874390194980_nDaniel Enríquez

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